7/11/2007




HALLOWEEN DE PROPAGANDA NEGRA EN COLOMBIA



El periodista y escritor Antonio Morales denuncia que Enrique Peñalosa contrató para su campaña los servicios de un ’mercenario’ gringo experto en propaganda negra.
Viernes 2 de noviembre de 2007 Colombia vive por estos días una gran resaca tras las elecciones locales y regionales del 28 de octubre. Pero la lengua pastosa del país, el temblor de manos y la sed de poder de los elegidos, no le han dado tregua a la actividad política que parece haber sido catapultada por estos comicios que han dejado muchas novedades en el mapa político del país. Desde luego buena parte de la atención post electoral se la ha llevado la capital, Bogotá, donde tras una guerra sucia por parte del hoy vencido candidato de la derecha a la alcaldía mayor, Enrique Peñalosa, contra el alcalde de izquierda electo Samuel Moreno y el hecho novedoso de la continuidad del Polo Democrático Alternativo en el poder en el segundo cargo de la nación, se ha potenciado el debate con la mira prematuramente puesta en las elecciones presidenciales de 2010. De dicha guerra sucia ya se han filtrado varios datos de cómo fue que Enrique Peñalosa organizó el ataque bajo contra Moreno. Hacia el mes de julio tras la elección de Moreno como candidato del Polo que coincidió con el inicio de la baja de Peñalosa en las encuestas, el candidato uribista decidió apartarse de sus asesores tradicionales y buscar refuerzos en el campo de los mercenarios electorales. Para ello encontró en el país de sus amores, los Estados Unidos, al señor Alex Castellanos, una especie de extraño gurú que entre otras cosas ha sido asesor de guerras sucias del partido republicano, experto en mensajes subliminales como el de la campaña de Bush donde se veía la palabra “ratas” cuando parecía Al Gore. El consultor de la derecha gringa, de origen cubano necesariamente, se ha especializado en todo tipo de acciones por lo menos cuestionables en las luchas electorales, un “maestro del nuevo estilo mediático” como lo calificara la revista Fortune, caracterizado por la confrontación brutal y la puñalada baja. Ha sido, además, asesor del gobernador de California Arnold Schwarzenegger. Pero ¿cual fue el papel de Castellanos en la campaña de Peñalosa? La estrategia era evidente. Desprestigiar no solo a Samuel Moreno sino a quienes le rodeaban y a su partido, es decir a los sectores del Partido Liberal que lo apoyaban y al PDA. Nada más fácil que asociar a Moreno con el ex-presidente Ernesto Samper quien saliera mal parado del poder debido al llamado proceso 8000 en el que se vio envuelto por la financiación de su campaña en 1994 por parte del Cartel de Cali. La gente de Peñalosa se inventó un comercial en el cual se decía con respeto a Moreno:” ¿Usted quiere que Samper vuelva gobernar?”. Típica dialéctica de Castellanos Pero ese era el primer paso de la cadena de ataques aleves. La acción tenía que poner en evidencia la supuesta relación de Moreno con las FARC Alejados sus asesores naturales, el empresario Mario Pacheco, el gerente de campaña Oscar Díaz y Darío Vargas y divido el grupo de medios y de estrategia de Peñalosa en los pro y contra Castellanos, el camino estaba despejado para la guerra sucia. Como diera lugar se debería vincular al Polo y a Moreno con las FARC. Y para eso la campaña de Peñalosa obedeció a las instrucciones y tesis de Castellanos y de “Jimmy” su enviado a Colombia. Los fockus group y las sesiones de sondeos indicaban que Moreno era inatajable, y entre más pasaban las semanas más bajaba Peñalosa en la intención de voto. Tras una reunión en un cóctel de entrega de los premios nacionales de periodismo Simón Bolívar, los antiguos “conspis” los periodistas que lideraron los ataques contra Samper durante su presidencia, decidieron lanzar los dardos. Las directivas del periódico El Tiempo (parientes del vicepresidente y del ministro de defensa), el periodista Julio Sánchez Cristo, el hijo del magnate Julio Mario Santodomingo propietario del canal de televisión Caracol, todos peñalosistas, estaban muy preocupados. Casualidad o no, lo cierto es que pocos días después, una entrevista del año de 1995 que le hiciera el hoy Presidente de ese canal Paulo Laserna (empleado de Santodomingo) a Moreno, fue utilizada fragmentariamente y fuera de contexto y de tiempo, para atacar a Moreno. La emisora la FM puso al aire pedazos del audio en los cuales Moreno, 12 años atrás, defendía la dictadura de su abuelo Rojas Pinilla, consideraba como natural la lucha armada y ponía en duda la legitimidad del ejército colombiano. Una típica jugada al estilo Castellanos. Cualquier cosa tendría que servir para atajar a Moreno y al Polo. El resto de la prensa afecta a Peñalosa se encargó de magnificar el asunto sacado del baúl. Pero esta vez a Castellanos le salió el tiro por la culata. La andanada contra Moreno se devolvió en las urnas donde limpiamente el candidato del Polo derrotó por 400.000 votos a Peñalosa. Es quizás esta la primera vez que en Colombia se utilizan las armas bajas y secretas comunes en la política gringa. El país se había mantenido mal que bien en la confrontación de tesis, de ideas y los ataques no iban más allá de lo normal entre fuerzas opuestas. Pero esta llegada de la “guerra sucia” electoral en la cual estuvo inclusive vinculado el Presidente Uribe que hizo eco del peñalosismo y participó directamente en política (lo cual está prohibido por la Constitución y ha merecido investigaciones en el Congreso contra Uribe) aporta tendencias torcidas en la lucha electoral en una país ya bien caldeado por el conflicto social y armado de cuatro décadas. No contaba pues Castellanos, padre del llamado “ataque moderno”, con los avatares de la política colombiana. Se dirá que es legítimo atacar, pero esta por verse donde quedará la ética de Enrique Peñalosa, capaz, dentro de su desespero, de entregarse a un mercenario decidido a todo como Alex Castellanos. Y justamente la guerra sucia electoral en Bogotá, una vez sembrada, parece dar frutos, aun con el hecho cumplido de la derrota de Peñalosa. Y uno de esos frutos es la animadversión personal del Presidente Uribe que se ha negado a recibir en su despacho al alcalde electo Moreno, en lo que se ha interpretado, no solo como una bravuconada más del muchas veces enfurecido presidente de la República, sino como una alineación en el partidor de la carrera por las presidenciales del 2010. En efecto, ya Uribe dio a entender que no se niega de plano a la idea de un tercer período y habló que lo haría si el país cae en “una hecatombe” situación en que el país anda, debido a la guerra y a la miseria, desde hace muchos años. Pero en sus propias huestes hay disidencias, sobre todo entre quienes hacen cola para supuestamente sucederlo, como el senador Germán Vargas y otros que consideran que un tercer periodo de Uribe lesionaría definitivamente la democracia colombiana. Pero como la guerra sucia ya hace parte de la dinámica de la política colombiana, el Presidente siguió en el asunto y a través de su comisionado de paz Luís Carlos Restrepo, lanzó dardos envenenados contra Carlos Gaviria, presidente del Polo Democrático Alternativo y posible contendor suyo en el 2010. La publicación de un artículo en la página de la agencia Ancol, cercana a las FARC, en el cual Gaviria analizaba de manera académica el asunto del delito político, y ya publicado hace tres meses en El Tiempo, le permitió de nuevo a Uribe acusar a Gaviria de ser amigo de las FARC, teoría absolutamente alejada de la realidad y refutada ene mil veces por Gaviria. Y los dardos seguirán porque el hecho del triunfo en Bogotá pone el PDA como una fuerza que bien puede ser el recambio ideológico en el 2010, al final del segundo período de Uribe, que desde que asumió el poder en 2002, nunca ha dejado de estar en campaña electoral. Y tanto que una vez más el gran debate nacional de esta semana, ya no son ni las elecciones ni la guerra sucia, sino si le conviene o no al proyecto de la llamada Seguridad Democrática, una segunda campaña reeleccionista y un tercer período de Uribe ¿Asesorado por Alex Castellanos?

Antonio Morales Riveira