
EN EL DISCURSO DE GEORGE BUSH SOBRE EL ESTADO DE LA UNIÓN BRILLÓ POR SU AUSENCIA AMÉRICA LATINA
Durante su séptimo discurso de informe a la nación del 23 de enero pasado, el emperador George Bush, pasó olímpicamente sobre el continente que transforma el mapa político del mundo en este comienzo del siglo XXI.
Solo nombró a Cuba y, por una vez más, para propender desde su macabra concepción libertadora, precisamente por los esfuerzos, que no deben cejar, en la búsqueda de “la libertad de Cuba”.
Para el emperador, el miedo de sus compatriotas proviene de las oscuras barbas musulmanas. El miedo, el terror, el enemigo, la suma de los fantasmas está reunida en el Medio Oriente. Vive en Iraq y se multiplica hacia Irán, El Líbano y la misteriosa red denominada Al Qaida, que dirige el multimillonario saudita Bin Laden.
Porque es el miedo a la ya vulnerada seguridad de su territorio y a su futuro, lo que conmueve al conjunto de los estadounidenses. Ese elemento tan sutil pero tan poderoso, alimentado con mentiras, propagandas y acciones.
Ahora no es que Iraq (Hussein, el asesinado) participó en el atentado del 11 de septiembre de 2002 y tiene armas de destrucción masiva.
La nueva historia es que Al Qaida y los patriotas iraquíes tienen un mismo tronco ideológico, son fundamentalistas Suníes e Irán y Hizbola, son la línea fundamentalista Chii. Son las dos partes de la tenaza musulmana que si no se extermina puede destrozar el cogote yanqui.
Contra ellas combate el poder imperial. Porque “esta guerra es más que un conflicto; es una lucha ideológica decisiva, y la seguridad de nuestra nación está en juego.”
Es una guerra contra lo que los Estados Unidos denomina terrorismo.
“La guerra contra el terrorismo que libramos hoy es una lucha generacional que continuará mucho después de que ustedes (los miembros del Congreso) y yo hayamos delegado nuestros deberes a otros. Por eso es importante trabajar juntos para que nuestra nación pueda ver los logros de este esfuerzo.”
Es una guerra sin fin, donde el enemigo no tiene fronteras y se designa de acuerdo a los intereses nacionales que componen la política exterior imperialista.
Es una guerra global, que se convierte en una espada de Damocles sobre el mundo. En palabras del emperador: “Pero un asunto está diáfanamente claro: para ganar la guerra contra el terrorismo debemos llevar la lucha donde el enemigo.”
En nuestra región Cuba y Venezuela están en el centro de la pervertida política exterior imperialista. Con Cuba ya es histórico su ensañamiento, fuera de toda lógica y contra la postura de los países del globo.
Con ningún otro país del mundo mantiene Estados Unidos políticas tan criminales y obsoletas como las del bloqueo contra Cuba y su permanente agresión multilateral. Al punto de que ya está nombrado un procónsul para cuando Cuba sea “liberada” por las hordas que están “liberando” a Iraq.
Terroristas internacionales, como el promotor de los escuadrones de la muerte en Honduras o cuando fungió como embajador y ex procónsul yanqui en el invadido Iraq, funcionario ahora de la cancillería imperial, John Negroponte dictamina que el principal peligro de América Latina es el populismo de Hugo Chávez y en últimas la existencia del ejemplo de Venezuela.
La abierta política injerencista de Estados Unidos en Venezuela, las constantes declaraciones de sus funcionarios y embajadores, las manos largas de la CIA y las ONGs de ultraderecha, van creando una matriz de opinión contra el Presidente Chávez y contra su proyecto y dirigiendo los ojos de los halcones hacia la patria de Bolívar.
No sobra recordar que las reservas de petróleo de Venezuela están entre las cinco más grandes del mundo, al igual que las de gas. Esa es una razón más que suficiente para empezar a inventar historias como las de Bin Laden, Sadam Hussein y otros fantasmas.
Los intereses estratégicos de Estados unidos se entrelazan con los de las transnacionales petroleras y con los del Complejo Militar industrial. Guerras más petróleo es una ecuación simple y completa: más ganancias.
Para ellos no hay soberanía, ni fronteras.
Los silencios, en este caso del emperador Bush, en su séptimo informe a la Unión , no pueden llamarnos a engaños.
Latinoamérica cada día está más independiente y esa soberanía no solo traerá bienestar para nuestros pueblos. Los intereses yanquis siempre han estado en medio de este crisol de culturas y libertades que es la América Latina y el Caribe.
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